sábado, 22 de octubre de 2011

Phantom...

El caminante se canso de caminar tu camino, de guardarte la espalda, se canso de la noche que jamas terminó. El caminante dejo de caminar tras tus pasos lentos, apagados y vacilantes, de la soledad de su propia alma; de la tuya, de la de aquellos que llegaron y se fueron, mientras él le seguía sin descanso. El camino dejo de ser andado hasta este punto en donde lo caminado servirá para no tropezar con tus piedras, ni con tu camino solitario

domingo, 11 de septiembre de 2011

Escrito Enclenque

Tú aun no lo sabes, no sabes lo loco que me pondré por mirarte de lejos, ni sabes que me convertiré en un obsesivo de tus palabras. No te imaginas si quiera las veces en que te soñaré, que te imaginaré en cueros, entre mis piernas, entre mis manos, entre mis labios....

domingo, 26 de junio de 2011

Afortunadamente...

Porque afortunadamente nadie es indispensable y tus brazos hace mucho dejaron de ser necesarios. Porque afortunadamente estoy curado de espantos y tus ojos se me olvidaron anteanoche. Porque afortunadamente me enajeno de la realidad y tus labios son ajenos a mi piel. Porque afortunadamente se me ha olvidado llorarte y tu aroma ya no existe en el aire. Porque afortunadamente abrí mis alas y volé lejos y tu alma jamás estuvo a mi lado.

Porque afortunadamente el tiempo corre de prisa y otros cuerpos ocupan mi cama. Porque afortunadamente el dolor lo convierto en mi placer y mis manos aprenden a no aferrarse a un cuerpo. Porque afortunadamente dejamos de existir hace tiempo y nuestra historia inexistente jamás fue contada.

viernes, 3 de junio de 2011

Madrugada.

Aun no sé porque esta madrugada pensé en ella, en su caminar sinuoso, en su voz dulce de niña, en sus caderas de mujer, en sus manos de anciana, pensé en ella tan fuertemente como no la había pensado desde tiempo atrás. La recordé graciosa y serena. Y la miré en mis sueños, tan sola, tan coqueta, tan plena, con los pies maltratados de tanto caminar, una doncella con aroma de gran señora.

La recordé como la primera vez que la miré, tocaba los veintitantos años, en sus ojos tiernos dejaba entrever que no estaba aquí para perder el tiempo, su hambre por conocer el mundo apenas comenzaba. Los labios pequeños y rosados, la mirada tranquila y la frente en alto, su piel tostada por el sol, los senos firmes y pequeños, las caderas amplias y unas piernas interminables. Sus movimientos eran torpes y se dejaba llevar por la música de reggae, bebía sin pudor desde la boca de la botella de cerveza, era feliz o aparentaba serlo.

Nuestras miradas chocaron incontables las veces pero sin ningún efecto, viajábamos por orbitas diferentes en una madrugada como ésta.

lunes, 2 de mayo de 2011

El caminante.

Se despidieron con un abrazo y una sonrisa, él le deseo un buen viaje y aquel dijo le mostraría las fotos a su regreso.

Dio la media vuelta e inició su retirada, ya pasaba la media noche. El tramo de esa calle se encontraba con pocos transeúntes y los locales de alrededor ya estaban cerrados, no había caminado mucho cuando uno de los hombres que también subía por esa misma calle le dijo:

- ¿Una foto he?

Sonrió y le contestó:

- Es que se va de viaje

- Te puedo hacer una foto en la coca -dijo el hombre señalando la etiqueta en blanco de una botella de coca-cola que llevaba en la mano- por 20 pesos

-Él lo miró de arriba a abajo con desconfianza

Llevaba una gorra color azul marino, una camisa blanca y un chaleco de textura plástica también color azul, unos jeans un tanto sucios y tenis desgastados. En la mano derecha la botella de coca-cola, bajo el brazo izquierdo una tabla de plástico transparente y todo un kit de plumones para realizar su arte.

Traigo sólo para el taxi –le contestó-

Se puso alerta e intento apartarse del hombre, su cuerpo se puso tenso e intentó suavizar sus gestos sonriendo.

Y entonces –le dijo al hombre- apoco dibujas

-Sí, te pinto sólo por 10 pesos

- Es que en realidad sólo traigo para el taxi – él sabía que mentía y en el fondo temía que el hombre también lo supiera-

Bueno préstame sólo 5 pesos para ver que saco –dijo con camaradería el hombre-

Él buscó en la bolsa más pequeña de su pantalón y sacó 3 pesos

Sus manos se acercaron, pero rápidamente cada uno volvió a su posición.

Vienes del rancho –dijo el hombre, con una sonrisa cómplice-

¿Perdón? – él le contestó-

- ¿Qué si vienes del bar el rancho?

- Oh no, vengo de la sexta

- ¿Del cuatro amigos?

- No, del callejón, callejón.

Ambos llegaron a la cima de la calle primera, donde inician las luces y la pequeña mezcla de homosexuales y mariachis. Se despidieron y le deseó al hombre un buen viaje. Por un momento fue consiente que en pocos minutos había despedido a dos personas, pensó que tal vez esa noche moriría.

Dio vuelta a mano izquierda sobre la avenida revolución y siguió su camino rumbo a casa, se sentía agradecido por no haber sido atacado por aquel hombre. Comenzó a toparse con algunos homosexuales que salían o entraban a un bar del cual sobresalía el nombre camaleón, dos hombres de negro se encontraban a la entrada del lugar pidiendo identificaciones. Mientras pasaba por aquel lugar salió un hombre de estatura baja, tal vez se encontraba entre los cuarenta o cincuenta años, en su vestir predominaba el color café en distintas tonalidades, ambos cruzaron miradas, sin embargo el hombre de café y de estomago prominente desvió la mirada llena de excitación y comenzó a masajear su zona sur.

Por un momento recordó sus 19 años y sus primeras experiencias en el ambiente homosexual pero no le dio importancia y siguió su camino. Paró unos minutos ante el color rojo que el semáforo presentaba; pasado un momento decidió cruzar de esquina a esquina, compro un cigarro mentolado, lo inhalo varias veces e identifico que iba solo. La gente a su alrededor caminaba, vio los rostros de hombres y mujeres, algunos más jóvenes otros más viejos que él. Otra vez el semáforo estaba en rojo. El humo de ese cigarro calaba un tanto en la garganta, curiosamente no dejaba el sabor mentolado que tanto disfrutó en ocasiones pasadas. Verde. Su caminar inició de nuevo, no se tomaba la molestia de admirar lo que esa noche la ciudad le presentaba, hacía tiempo que conocía las caras de esa avenida.

Seguía inhalando el humo de ese cigarro, paró varias veces para observar algunos afiches que representaban las pinturas de algunos artistas locales. “Donde estas Corazón” y “Autorretrato” fueron algunos títulos que llamaron su atención, les brindo algunos segundos, no llevaba prisa, su caminar era lento, disfrutaba su caminar, el viento templado, las miradas de la gente, la sensación áspera que el cigarro dejaba en su garganta, parecía que no deseaba llegar a su destino, le cruzó de nuevo la idea de que fuera esa su última noche y sonrío graciosamente.

La ciudad que pisaba se encontraba viva. Ya estaba por llegar a la calle quinta y a lo lejos se veía el bullicio juvenil, detrás de él escucho las voces de dos mujeres, al inicio no les dio importancia pero de pronto se dio cuenta que los ruidos que salían de sus labios, tenían como propósito llamar su atención, decidió no volver la mirada, desde hacía tiempo se había vuelto mas desconfiado con la gente, pensó que si le conocían gritarían su nombre, pero no fue así, por suerte el semáforo estuvo en verde y pudo evitar algún tipo de contacto con ellas.

El cigarro aun no se extinguía, a veces se perdía entre sus dedos largos y delgados, vaciló un poco en su caminar dio media vuelta, como si quisiera regresar por el mismo camino, pensó unos instantes, volvió a retomar la marcha, sacó un celular de su bolsillo derecho, se lo llevo al rostro, pasado un momento lo guardó de nuevo, su rostro se encontraba fatigado al igual que su cuerpo, el caminar se había hecho más lento, decidió cruzar antes sobre la avenida revolución antes de llegar al semáforo de la calle sexta. Una vez en esta calle, bajó hacia la calle madero, en el camino decidió no mezclarse completamente con el mar de gente que estaba sobre las aceras, prefirió caminar sobre la calle, cuidando no ser golpeado por algún carro que pasara, fumó lo que quedaba del cigarro, sintió algunas miradas sobre él, respiro el aire fresco de esa noche y al pasar por un poste de luz decidió apagar lo que quedaba del cigarro, en el poste había varios pósters pegados, pero no le intereso perder el tiempo en ellos, unos metros más adelante tiró la colilla del cigarro en un cesto de basura, pasó frente algunos bares y lugares donde vendían comida; dio vuelta a su mano izquierda cuando llego a la esquina de esa calle.

Las luces eran más opacas, el flujo de gente era menor en comparación con el de los taxis multicolores, rojos, amarillos, blancos, franjeados, un puesto de tacos y una tienda oxxo en la próxima esquina, seguía caminando sobre la carretera, decidió volver a cruzar por en medio de la carretera hacia el otro lado de la misma antes de llegar al semáforo. Pasó por ese puesto de tacos que siempre tiene gente, dio vuelta hacia la calle negrete sobre la calle quinta, las sombras predominaban, sacó sus llaves y las acomodó entres sus dedos, si alguien deseaba atacarlo le golpearía con el puño cerrado y entonces las llaves causarían algún daño. Tuvo un poco de miedo, volteó la vista varias veces tras sus pasos, caminó en medio de la calle, los autos venían en sentido contrario hacia él y sólo en esos momentos se orillaba, apresuró el paso y desapareció en la oscuridad de aquella calle.

lunes, 21 de febrero de 2011

Belleza

Ya te he dicho que no pienses, ¿jamás me harás caso?

Y ahora te quedas callado

¿Estas triste de nuevo, verdad?

¿De nuevo estas pensando en la vida?

Ya estoy harto de esto.

Ayer estabas tan bien y hoy mírate, ni si quiera deseas volar

¿Qué si eres feo?

¿Porque me preguntas esas cosas?

Yo te pregunto a ti ¿que es la belleza?

Ahora tú me has puesto pensar a mí. Que detestable.

Tus pensamientos cada día son más banales. Me largo.

(Se levanta y cierra la puerta detrás de ella)

jueves, 20 de enero de 2011

Sin Título..

Hoy tampoco dijiste nada, te quedaste en color verde con las manos pegadas a un sueño húmedo que jamas volviste realidad, te quedaste sentado a la orilla de aquel boulevard contemplando la escasa vegetación que crecía y pensaste en él, en tu chico ideal, al que recuerdas cada veintitantos de mes. Sonreíste tímidamente y al mismo tiempo en que tu sonrisa llegaba a su punto más bello, tu mirada se torno roja y de tus ojos brotaron sólo dos lagrimas, llevaste tus manos a la altura de tus pómulos para borrarlas, pero algo en ti que desconozco dejo que siguieran su curso.

Y nos quedamos ahí, eternos. Tú con tu largo silencio y yo con mis ganas de oírte.